Acceso a cobertura sanitaria

La salud es, primero que todo, un derecho universal reconocido jurídicamente por las principales instituciones internacionales. En 1948, a poco de terminada la II Guerra Mundial, los países del mundo se agruparon en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y elaboraron una “Declaración Universal de los Derechos del Hombre”. En ese catálogo de derechos, todavía vigente, reconocieron en su artículo 25 que “toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios” (ONU). Ese mismo año se creó la Organización Mundial de la Salud (OMS), agencia internacional especializada en temas de salud, y en su Carta Fundacional declaró que “la posesión del mejor estado de salud que se es capaz de conseguir constituye uno de los derechos fundamentales de todo ser humano, cualquiera que sea su raza, religión, ideología política y condición económica y social”.

Una vez reconocido jurídicamente el derecho universal a la salud, los Estados-Nación se dieron a la tarea de desarrollar los sistemas y recursos a través de los cuales los ciudadanos y ciudadanas pudieran hacer efectivo ese derecho. En ese marco se produjeron importantes avances en la segunda mitad del siglo XX, como la ampliación de los sistemas sanitarios y de seguridad social; el desarrollo, fundamentalmente en zonas urbanas, de sistemas de higiene y saneamiento modernos, que minimizaron el impacto de enfermedades infecto-contagiosas; y la puesta en marcha de programas de prevención de enfermedades, promoción y educación para la salud, tanto a través de los sistemas sanitarios y educativos como de campañas comunitarias y en medios masivos de comunicación.

El impulso dado por el reconocimiento jurídico y los desarrollos científicos y tecnológicos que se produjeron durante todo el siglo XX cambiaron sustancialmente la condición de salud de buena parte de los países del globo. Hoy es posible decir que, salvo excepciones, en la mayor parte del mundo sus ciudadanos y ciudadanas viven más años que antes y en mejores condiciones de vida que sus antepasados. Desgraciadamente, también hay que decir que todavía hay grandes zonas del mundo en las que esas mejoras en las condiciones de salud son limitadas. En muchos países de África, Asia y Latinoamérica amplios sectores de la población no tienen garantizado su derecho a la salud, tanto por el insuficiente desarrollo económico y social de esos países como por las condiciones de extrema desigualdad entre los más ricos y los más pobres que se perpetúan dentro de sus sociedades.

El acceso universal a la atención sanitaria, a las vacunas y a los medicamentos sigue siendo un desafío en muchos países del mundo. En este sentido, es imprescindible una adecuada inversión pública en los sistemas de salud para garantizar el acceso igualitario de todas las personas a la atención sanitaria básica.

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