Determinantes sociales de la salud

Analfabetismo en jóvenes (15 a 24 años)

El acceso a la educación es un componente fundamental de la salud. Las evidencias señalan que las personas que alcanzan un mayor nivel educativo suelen acceder a tareas productivas que les permiten conseguir mayores ingresos y, lo que es más importante, suelen tener más información y herramientas para tomar decisiones saludables que les ayuden a prevenir enfermedades y evitar conductas de riesgo. El acceso a una educación universal es considerado un elemento esencial para la eliminación de las desigualdades y la búsqueda de la equidad, y por ello fue incluido como uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio aprobados por las Naciones Unidas en el año 2000. La meta a alcanzar en el año 2015 es asegurar que los niños y niñas de todo el mundo puedan concluir con su educación primaria.

La UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) es el organismo internacional encargado de recopilar las mediciones del nivel de alfabetización de los diferentes países. Esta organización considera que una persona está alfabetizada cuando puede leer y escribir con un buen nivel de comprensión.

Las desigualdades en las tasas de alfabetización entre países es enorme, tanto en lo referido a la población adulta como a los jóvenes. En los países desarrollados prácticamente toda la población adulta está alfabetizada, al punto de que en muchos casos ya no se mide esta estadística. En los países pobres se constata una evolución positiva en la tasa de alfabetización, ya que las generaciones jóvenes han tenido un mejor acceso a la educación básica y presentan tasas menores de analfabetismo que la población adulta. Pero no todas son buenas noticias: entre los más jóvenes se sigue produciendo una situación de desigualdad y discriminación por razones de género hacia las mujeres, que en los países menos desarrollados tienen siempre una tasa de alfabetización menor que la de los hombres.


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