Panorama epidemiológico

Mortalidad infantil

Muertes en primer año de vida cada 1.000 nacimientos

Desde el mismo momento de la gestación, cuando se encuentran en el útero materno, los niños y las niñas son seres vulnerables y dependientes. La influencia de la madre en el feto es total desde las primeras semanas del embarazo, momento en el que se forman los órganos principales del bebé. Esta dependencia continúa durante toda la infancia, especialmente durante el primer año de vida, en el que los niños y las niñas desarrollan todos sus sistemas vitales; en especial, el sistema inmunológico (defensas) y el sensorial (la relación con las personas y el ambiente).

Los estímulos que los niños y las niñas reciben desde la gestación en el útero materno hasta los cinco años de vida determinan en gran parte el estado de salud que tendrán en el resto de su vida. Los niños y las niñas con una nutrición inadecuada en los primeros años de vida, que no son vacunados y no tienen un buen sostén social y/o familiar, serán adultos menos sanos, más susceptibles de enfermar y, por consiguiente, tendrán una menor capacidad de trabajo y desarrollo intelectual. Así, las malas condiciones de vida que padecen algunas sociedades no sólo condena a los niños y niñas que allí viven a ser vulnerables en el presente, sino que los convertirá con toda probabilidad en adultos vulnerables.

El índice de mortalidad infantil expresa la cantidad de niños que mueren durante el primer año de vida por cada 1000 nacimientos. Esta estadística permite identificar a las poblaciones más vulnerables, que generalmente viven en entornos económicos, sociales y ambientales desfavorables y sin acceso adecuado a servicios de atención sanitaria. Por su importancia, la tasa de mortalidad infantil ha sido incluida por las Naciones Unidas como uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Los países con las tasas más altas de mortalidad infantil se concentran en África, donde uno de cada diez niños muere durante su primer año de vida, con casos extremos que incluso superan esa triste y dolorosa estadística. La región del Mediterráneo Oriental le sigue con una tasa de 66 muertes, destacando el contraste entre países con tasas elevadísimas, como Afganistán o Somalia, y países con mayor desarrollo y tasas muy bajas, como los Emiratos Árabes Unidos o Qatar. Aunque con tasas sensiblemente inferiores, contrastes similares se observan en el Sudeste Asiático, el Pacífico Occidental, América y Europa, aunque siempre con tasas de mortalidad sensiblemente inferiores a las de África y el Mediterráneo Oriental.

Muertes antes de los 5 años cada 1.000 nacimientos

Los estímulos que los niños y las niñas reciben desde la gestación en el útero materno hasta los cinco años de vida determinan en gran parte el estado de salud que tendrán en el resto de su vida. Los niños y las niñas con una nutrición inadecuada en los primeros años de vida, que no son vacunados y no tienen un buen sostén social y/o familiar, serán adultos menos sanos, más susceptibles de enfermar y, por consiguiente, tendrán una menor capacidad de trabajo y desarrollo intelectual. Así, las malas condiciones de vida que padecen algunas sociedades no sólo condena a los niños y niñas que allí viven a ser vulnerables en el presente, sino que los convertirá con toda probabilidad en adultos vulnerables.

Este indicador expresa la probabilidad estimada en cada país de que los niños y niñas mueren antes de alcanzar los cinco años de vida. Esta estadística es considerada un indicador de supervivencia infantil que permite identificar a las poblaciones más vulnerables, que generalmente viven en entornos económicos, sociales y ambientales desfavorables y sin acceso adecuado a servicios de atención sanitaria. Por su importancia, la tasa de mortalidad antes de los cinco años de vida ha sido incluida por las Naciones Unidas como uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.


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