Panorama epidemiológico

Mortalidad por enfermedades trasmisibles

Las enfermedades transmisibles son aquellas que se originan por la entrada de un microorganismo en nuestro cuerpo. Como su nombre lo indica, estas enfermedades son infecto-contagiosas y se transmiten entre seres vivos, ya sea de forma directa (contacto), por vías indirectas (a través del agua o los mosquitos) o por vectores. Se incluyen en este grupo la tuberculosis, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH-SIDA), la malaria, el paludismo, las infecciones de transmisión sexual (ITS) y las infecciones respiratorias, entre otras.

Las tres enfermedades transmisibles que afectan a más personas y causan más muertes en la actualidad son la malaria, la tuberculosis y el VIH-SIDA. De ellas, las dos primeras se encuentran localizadas en las regiones más pobres del mundo; en cambio, el VIH-SIDA es la infección más extendida y con mayor impacto a nivel global. Aunque su incidencia es mucho mayor en los países con menor nivel de desarrollo (principalmente en África), el VIH-SIDA sigue extendiéndose por todo el mundo desarrollado. Esto se debe a que la forma en que se transmite (a través de relaciones sexuales sin preservativos o por compartir una jeringa utilizada previamente por una persona infectada) puede afectar a cualquier persona, independientemente de las condiciones ambientales del lugar donde viva.

La malaria es la enfermedad transmisible que más muertes causa a nivel mundial. Se trata de una enfermedad transmitida por los mosquitos que afecta a poblaciones que viven en condiciones de pobreza y bajo nivel de desarrollo, sin acceso a agua potable y a servicios de saneamiento ambiental. Actualmente, más de 500 millones de personas sufren malaria, especialmente en países del continente africano. Cada año muere un millón de personas por esta enfermedad, el 82% de ellos niños menores de 5 años.

La tuberculosis es otra de las enfermedades transmisibles de mayor prevalencia en el mundo. Los países africanos son los que presentan los índices más altos de prevalencia de esta enfermedad, seguidos por los del Sudeste Asiático y el Pacífico Occidental, en contraste con los países europeos, donde apenas se registran casos. En el año 2005 murieron en el mundo 1,6 millones de personas como consecuencia de la tuberculosis, el mayor número de ellos en África; sin embargo, se estima que la mayor parte de los casos nuevos ocurren en países del sudeste asiático, que suman el 34% de la incidencia anual.

Como se ha dicho, el VIH-SIDA es la enfermedad transmisible más extendida a nivel global. Se calcula que actualmente hay 40 millones de personas infectadas con VIH-SIDA, y las proyecciones indican que para el año 2015 crecerá hasta alcanzar los 60 millones. El VIH-Sida es una enfermedad que puede desencadenar la muerte, pero con tratamientos adecuados se puede controlar y cronificar. Esto es posible en los países desarrollados, pero, en países de ingresos medios o bajos, menos de un tercio de las personas que viven con VIH-SIDA recibe o tiene acceso a las medicaciones adecuadas para tratar la enfermedad, lo que en muchos casos les condena a la muerte.


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