Determinantes sociales de la salud

Población que usa servicios de saneamiento mejorados

El entorno en el que vivimos y desarrollamos nuestras actividades cotidianas es uno de los principales determinantes de la salud. De las 102 enfermedades a las que hacía referencia el Informe sobre la Salud Mundial 2004 de la OMS, 85 se relacionaban con factores de riesgo ambientales. Se trata de factores físicos, químicos y biológicos que ponen en riesgo nuestra salud porque transmiten una enfermedad o promueven conductas poco saludables. La mala calidad del agua y el aire, el uso de energías contaminantes y la falta de planificación urbana son algunos de esos factores.

La diarrea, las infecciones de las vías respiratorias inferiores, el paludismo y la malaria son las enfermedades en las que los factores de riesgo medioambientales tienen mayor incidencia; su impacto en la salud individual y colectiva está determinado por el tipo y tiempo de exposición al riesgo. Los países con menor grado de desarrollo son los que presentan mayor carga de enfermedad atribuible a factores ambientales; su incidencia disminuye cuanto mayor es el grado de desarrollo.

Los factores de riesgo medioambientales son modificables. Para ello, es necesario garantizar el acceso a agua potable y a redes de saneamiento urbano; utilizar energías limpias; reducir la contaminación provocada por la industria y el transporte y mejorar la planificación de las ciudades.

El acceso a fuentes mejoradas de saneamiento urbano es un elemento fundamental en la prevención de las enfermedades transmisibles, porque permiten separar de de manera higiénica las excretas humanas del contacto de las personas. Aunque el acceso a este tipo de redes de saneamiento está extendido prácticamente a toda la población en los países más desarrollados, en algunas regiones el acceso está limitado a una parte de la población, en especial a la que reside en zonas urbanas. En el Mediterráneo Oriental y el Pacífico Occidental el acceso a estas redes apenas alcanza el 60 por ciento de la población, mientras que en el Sudeste Asiático y África no llega ni al 40 por ciento de la personas.


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